viernes, 19 de diciembre de 2014

¡Vosotros sois mi equipo favorito!

¿Cómo se despide uno del lugar más dulce del mundo? ¿Cómo afronta el volver a casa por Navidad?
¿Qué significa ahora, dejar las clases por Navidad?



Significa dejar atrás a sus muñecos de nieve, cuando más bonitos están,
dejar atrás a sus superhéroes, cuando ya todos saben volar,
significa dejar a sus princesas esperando a otro príncipe quizás.

Dejar las clases,
significa dejar de ver muchos coches con remolque,
dejar a sus pilotos conducirlos solos,
significa dejar a las doctoras que curen a otros pacientes,
significa también no estar cuando mi pequeño "Cristiano Ronaldo" vuelva a meter cinco goles en el recreo,
o perderme las últimas aventuras de Adrián y Rayo Mcqueen.
Significa que tampoco Claudia podrá enseñarme orgullosa su nuevo y magnífico dibujo,
ya no veré más a María cuidando de su primo Uriel,
ni vendrá Jimena a decirme, que no sé peinarla bien.

Roberto no me traerá ningún superdisfraz,
 y Jimena y María ya no serán más mi papá y mamá de mentira,
mientras Brian y Alonso, me dicen ven con nosotros y déjalas.

Dejar atrás el cole,
significa dejar atrás la mismísima cascada de chocolate de Willy Wonka,
dejar atrás los besos, atrás los abrazos,
y las estrellitas al final del día.

Significa no dirigir más asambleas,
no elegir más responsables,
no repartir más fichas,
y cientos de cosas hermosas más.

Se quedan atrás aquellos babis que aparecían puestos del revés, las salidas a la biblioteca, y el sentarse a comer en familia cada recreo. Se quedan atrás tantas cosas, pero me llevo otras tantas más, y es que he tenido un grupo maravilloso, decenas y decenas de anécdotas que contar y el resultado aquí está.

El resultado es que hoy me siento tan triste, como genial, no quiero volver a casa por Navidad, pero vuelvo con mucho aprendido, mucho sobre la realidad de una clase, la realidad de un centro, y la seguridad, la total seguridad, de que esto es lo que yo quiero ser.

Y es que el día más temido por mi y por todos mis compañeros de Universidad, ha llegado.
Ha llegado despacito, con churros, con actuaciones, Reyes Magos y renos que vuelan, ha llegado avisando, pero demasiado pronto.

Han sido los meses más maravillosos de mi vida, estoy seguro, y todo ha sido gracias a vosotros.

Gracias al equipo docente, desde los que ya conocía, a los que he tenido el placer de conocer este año, los que han sido mis compañeros en este viaje, y en algunos más de mis viajes a Cáceres.
Gracias a todos y cada uno de los niños y niñas que forman este gran equipo, y todas y cada una de sus categorías, aunque para mí todos sois de primera. Gracias, ya que por todas y cada una de las clases por las que he pasado, me he sentido siempre querido y acogido como uno más.

Gracias a las madres y padres, gracias de verdad,
gracias por volver a hacerme sentir un niño al recibir una invitación de cumpleaños, y por estar siempre dispuestos a ayudar y participar.

Desde luego, muchas, muchas gracias a mi compañera de cada día, gracias Ana, por apuntarte a este torneo, gracias por participar como tutora y hacer posible mi llegada a este cole. Gracias porque desde el minuto 1, al pitido final, has sido la mejor entrenadora que he podido tener, por cada consejo, cada indicación, por cada sonrisa y cada corrección. Gracias por dejarme participar en el "partido" y dirigir el juego. 

Gracias por darme en cuanto me vi capaz la dirección de la asamblea, gracias por la paciencia, las horas extras y sobretodo, gracias por demostrarme, que todos los que me dijeron que un cole pequeño no era una buena opción, estaban totalmente equivocados.
¡Este equipo es campeón!




Por cierto, ya sé la respuesta. Uno no se puede marchar, esa es la única respuesta.
Y es que algunas experiencias no pueden olvidarse jamás, esta desde luego, irá siempre conmigo, os llevo en el corazón, y habrá muchos partidos más, pero ya me habéis enseñado a jugar.

¡Vosotros sois mi equipo favorito!



miércoles, 5 de noviembre de 2014

Amor-temporal

Todavía no nos hemos separado y ya empieza a dolerme, ya empiezo a sentir que el final está demasiado cerca para mí, que todavía, no estoy preparado para mirar más adelante, y empiezo a preguntarme qué pasará dentro de unos años, cuando esto, sólo sea un recuerdo, cuando nos crucemos por la calle y ya nada sea lo mismo, cuando quizás, sólo uno de nosotros lo recuerde con exactitud.

Y es que me apena pensar que este periodo, esta relación, tenga un final, mucho más esta semana, cuando de verdad nos estamos enfrentando casi solos al mundo.
Llevamos muy poco juntos, y por momentos ya parecemos inseparables, y es que todo ha cambiado desde el primer día, porque entonces, éramos casi completos desconocidos, entonces, todo estaba por empezar. Primero, ante todo, nos vimos como amigos, y después, poco a poco, fuimos ganando confianza, hasta el día de hoy, el día que no me quiero ir, el día que quiero que lo nuestro sea para siempre.

Pues me he preguntado miles de veces qué era realmente el amor, y ahora, con toda seguridad, creo haber encontrado el amor más sincero del mundo.

El amor que se te ofrece sin intereses, sin importar si eres más bello o no, un amor que no entiende de dinero, un amor que no firma papeles, no vende excusas, no busca razones. Es un amor que se se da todos los días, que se comparte sin ser infiel, un amor que no necesita encontrarse por las noches, que te abraza aunque no estés mal.



Se trata de una relación, en la que ir al cine es una fiesta, no una cursilada, una relación en la que te citas casi todos los días de la semana, y siempre por la mañana, para no ocultar nada. Aquí, se habla todos los días, nada más llegar, siempre se dan los buenos días, y siempre se dice hasta mañana, si tenemos problemas, se habla inmediatamente, y casi todo se soluciona con unas disculpas. A veces tenemos que ponernos más serios, pero el enfado siempre es cosa pasada al día siguiente, incluso a los dos minutos.

Salimos también a hacer deporte juntos, asistimos a conciertos casi todas las semanas, hasta aprendemos inglés en el mismo lugar, no vamos a misa, y no necesitamos ser creyentes, pero es cierto que tenemos nuestro ratito de religión, por último, para no dar demasiada envidia, diré además que no sólo leemos juntos, también nos recomendamos libros.

Seguramente, ya habrás adivinado que no es una relación común, que es demasiado perfecta, a la par que eficaz, en ese caso, estarás en lo cierto.

Pues el amor más verdadero del mundo, no lo he encontrado en una pareja, lo he encontrado en un grupo de personas, concretamente, un grupo de pequeñas personas.

Como iba diciendo, me duele pensar que se acabe, que con el paso del tiempo, la memoria, y los años de los niños y niñas que forman este maravilloso grupo, todos estos días caigan en el olvido, pero hay que aceptar la realidad, al fin y al cabo, es amor, y como cualquier otro, también se acaba.

No obstante, yo nunca los olvidaré, pues siempre serán mi primer amor, mi primer grupo de alumnos, esperemos que no sea el último temporal que nos arrastre, que no sea el último amor-temporal.


Mientras tanto, que siga la magia. 


viernes, 10 de octubre de 2014

Por las viejas costumbres

Somos lo que hacemos,
anda que no lo hemos escuchado veces,
y lo bien que queda soltarlo,
así, sin paracaídas.

Luego resulta que aterrizas,
y lo piensas.

Y es que resulta ser verdad que somos lo que hacemos,
¿Qué otra cosa si no?
Dinero, tiempo, salud,
ninguna de estas cosas es tan nuestra como nuestras costumbres.
Hacemos fortuna, y compramos lo que queremos ser,
sin embargo,
si un día la perdemos,
probablemente sigamos tomando el café con dos cucharadas de azúcar,
aunque la cubertería ya no sea de plata.
Dedicamos nuestras horas a diversas aficiones,
pero siempre usamos esa marca deportiva,
o ese pie para pisar la cancha,
todo es válido.
Algunos inviernos enfermamos y otros no,
pero nuestra abuela siempre dirá lo mismo,
un vaso de leche caliente, y un poquito de miel,
da igual lo que tengas.

En mi caso, aunque quizás ya haya estado hablando de mi,
prefiero siempre el boli azul,
detesto salir de casa sin pañuelos,
si algo le gusta demasiado a la gente, lo examino más antes de decidirme,
si llueve paso siempre unos minutos mirando la ventana,
y cuando no lo hace, la ventana me parece aburrida,
guardo lo más insignificante como un recuerdo,
y los más valiosos de ellos, como el tesoro de barba negra,
como el arca de la Alianza.

Tengo por costumbre hacerme el interesante,
por manía, que serlo ocupa demasiado tiempo,
dejé de usar reloj, y desde entonces no puedo ni verlos,
y sobretodo, y como causante de estas cuatro letras,
tengo la manía, de cada vez que vengo al pueblo, pasar siempre por el mismo callejón,
y no quiero saber nada del café, ni de las dos cucharadas de azúcar,
porque yo,
yo nunca lo he dejado,
sigo tomando nesquik.


lunes, 29 de septiembre de 2014

Una casa des-ordenada

Lunes, Martes, Miércoles,
Jueves, Viernes, Sábado, Domingo,
y vuelta a empezar.

Paso a paso y día a día, vamos construyendo algo,
casi sin darnos cuenta,
casi sin proponernoslo,
vamos levantando nuestra casa.
Algunos comienzan con los cimientos preparados,
otros se empeñan en empezarla por el tejado.
He visto casas de dos pisos,
y edificios de 70 plantas,
también hay quien tiene por adecuado,
vivir en tiendas de campaña,
lo cierto es que hasta en una cueva,
todas las opciones son correctas.

Pues no existe una forma única y correcta de hacer las cosas,
por mucho que se empeñen.
Cierto es que se programa la forma en la que debemos estudiar,
y ayuda a que la sociedad se mantenga en pie,
se programan los bailes,
las actividades deportivas,
y hasta la hora a la que se debe tomar el té.

Ordenamos los días, los meses, los años y los milenios,
nos creemos dueños del mundo,
y le ponemos precio a la tierra,
apartamos lo que nos perjudica,
y buscamos únicamente lo que nos produce mayor beneficio,
y de vez en cuando,
nos damos cuenta de que no somos los dueños del mundo,
y de que hay más de una forma de construir nuestra casa.

Pues el desorden puede aportarnos más de lo que creemos,
el desorden, es el camino correcto para que nuestra casa no sea como la de todos,
porque las piezas sueltas también forman parte del conjunto,
y porque cada uno, levanta su casa a su manera,
la ordena como quiere.
¡Que se lo pregunten al Caracol!




lunes, 15 de septiembre de 2014

¿Y si volvemos al cole?

¿Y si cambiamos el maletín por la mochila?
¿El ordenador por la plastilina?
¿Las filas de pupitres por rincones de juegos?

No lo sabía hace 16 años,
no podía saberlo,
pero este día está a punto de llegar.


El momento de volver a vivir la vuelta al cole,
y con más intensidad que nunca,
con más ganas que nunca.

No recuerdo cómo fue aquella primera vez,
no recuerdo si lloré o no,
no recuerdo, si por el contrario,
era el niño más feliz de esa larga calle que llevaba a nuestro colegio.

Tampoco puedo recordar con exactitud aquellos primeros compañeros de viaje,
aquellas primeras excursiones,
ni la sonrisa con la que seguro me recibió mi maestra aquella mañana.

Tal vez mi madre tuvo que ir a buscarme aquel día a media mañana,
o por el contrario no había quien me sacara de clase al llegar las dos.
Quizás entonces andaba ya con mis habituales trastadas,
o a lo mejor, muy probablemente,
solo era un pequeño hombrecito,
que se dirigía a por otra aventura,
más o menos como ahora.

Han pasado muchos años,
muchas vueltas al cole,
días de instituto,
noches leyendo sobre una cama,
incluso algún que otro examen de más.

Y ahora vuelvo al principio,
donde todo empezó,
a volver a vivir esa experiencia,
pero ya con una labor,
tenemos que hacerlo al menos tan bien como lo hicieron con nosotros,
con los que estamos ansiosos por volver,
porque debieron hacerlo muy bien.


¿Quién dijo que no se podía viajar al pasado?
Este año toca regresar, y esto es sólo el principio.
¡Niños!, ¡Nos vamos de excursión!


sábado, 30 de agosto de 2014

Buscando tesoros

Guardaba desde bastante pequeñito, un corazón de cristal, dios sabe en cual de mis habituales entonces visitas a todos los cajones de la casa me lo agencie.

Era azul, con una transparencia casi nula, y una pequeña zona, cubierta de pegamento reseco por la parte de atrás. Lo recuerdo como si fuera ayer, pues se pasó años en mi poder, oculto en el cajón de mi mesilla, como el más valioso de los tesoros.

Aquel corazón de cristal, quizás recuerdo de alguna boda pasada, o vete tu a saber, hace ya algún tiempo que se lo regalé a mi primera novia. Probablemente este, ya roto y con el pegamento al fin separado, se pregunte alguna vez:

¿Qué fue de aquel niño que coleccionaba tesoros?

¿Qué es de todas las historias que forman nuestra vida si de vez en cuando no echamos la vista atrás?

Aquella vez fui yo, quien sin quererlo lo rompió, igual que prácticamente sin pensarlo ni un momento, lo entregué meses antes. Pues así funciona esto, viene cuando menos te lo esperas, y se pega durante años, cuando te das cuenta, ya no es sólo tu tesoro, sino que le pertenece a alguien más,  y el día menos pensado, ni tan siquiera sabes si está roto, o sólo desahuciado.

Ya son algunos años los que han pasado, y algunos tesoros más los que he ido repartiendo, alguna que otra vez me ha tocado recoger los trozos, unas veces fue mi culpa, y otras no, por supuesto, jamás me empeñe en ser Indiana Jones, o quizás sí, en todo caso, aquella época ya pasó, y ahora mientras me pregunto cuál será mi siguiente tesoro, no dejo de pensar, si será necesario o no, volver a mirar todos los cajones de mi casa,
volver a buscar.
Volver a encontrar mi tesoro.


lunes, 25 de agosto de 2014

¡No crezcáis, es una trampa!

Nos pasamos la vida entre cambios de opinión, etapas en las que deseamos crecer con todas nuestras ganas, y etapas, en las que cada año que pasa, parece que nos pesa un poco más.
Etapas en las que nada nos preocupa, o etapas en las que todo, parece tener más importancia que vivir nuestra propia vida.
Miramos al pasado con melancolía, y al futuro con anhelo,
y poco a poco,
vamos descubriendo,
que nada de eso importa, que esta es tu vida, solo tienes que vivirla.

Con los años, añoras aquella forma de sufrir con las películas de dibujos animados,
aquellas ganas de correr sin ningún motivo,
o la simple ilusión que te hacía un columpio, construido o no por tu padre,
hecho o no con las ruedas de la C15.


Entonces no importaba nada, y sin embargo, ya se estaba formando algo en ti, poco a poco, ya eras aquel niño que siempre iba contracorriente, aquel pequeño, enamorado constantemente, enamorado hasta del rosa.




Echas de menos la que era tu vida, los que eran tus amigos, con quién compartías aquellos primeros años,
y con quien ya siempre compartirás lo que queda de ellos en tu memoria.

Cumpleaños a cumpleaños, año a año, se va formando la pequeña historia de tu vida, la única de la que eres el total protagonista, el único guión que puedes cambiar cuando tú quieras,
para contar las cosas igual que Tarantino,
a tu manera.

Pero las ganas de jugar no deben parar, pase lo que pase, nos quiten lo que nos quiten, debemos recordar nuestro pasado con alegría, mirar hacia delante, correr, tocar la pared,
y gritar:
¡Por mi y por todos mis compañeros!
Todos los que hemos tenido, y todos los que tendremos.



 Van pasando los cumpleaños y cada uno tiene su historia, cada uno viene de una manera diferente, ahora, todavía en el inicio de mis días, pero ya con la mirada puesta en algo más allá, llegan todavía con la indiferencia de un adolescente que sólo busca disfrutar, y si cae de paso, abrirse un camino en el mundo.

Ya he hablado de los 20 años que decía Gardel, mi opinión es clara, 20 años sólo son nada, si tienes prisa de que lleguen, 19, son todo lo que tengo hasta ahora. Así que despacio, con buena letra, y recordando siempre: No crezcáis, es una trampa.


"Conquistando aquella luna, devolviendo una fortuna, siendo un miembro del equipo A"




miércoles, 30 de julio de 2014

Protoconversaciones



Me mira y me habla, con el convencimiento de que va a trasmitirme la mayor verdad del universo, lo hace pese a que a veces yo pierda la atención por las interrupciones de ella, o los mensajes que llegan a mi teléfono, él es ausente a casi todo eso. Su mundo ahora es demasiado pequeño, demasiado como para preocuparse por factores externos. El mensaje se bifurca de vez en cuando, y una nueva historia toma forma, una que tal vez sea divertida, tal vez sea escalofriante, o simplemente, tal vez, ni siquiera tenga sentido alguno.

Me mira, y me cuenta la historia de un joven solitario, que se enfrenta por primera vez a la vida solo, me explica lo difícil que le resulta adaptarse a un nuevo entorno, un nuevo lugar de trabajo, que ya creía conocer, pero la realidad le da en toda la cara, todo lo que había aprendido, no es nada al lado de lo que tiene que volver a aprender. Se siente cansado, pero avanza, porque pese a todo, es un chico fuerte, y van pasando los días. Hasta que uno de estos días, se ve metido en un problema con uno de los hombres más peligrosos de la zona, tras una pequeña pelea, acaba tirado junto a unos zarzales, parece que todo ha acabado, es el momento de rendirse. Pero de repente, vuelve a estar apoyado, coge fuerza, y se levanta, y antes de despedirse de la zarza, le dice: -Todavía no. 

Me mira y me habla, y parece darse cuenta de que su historia está perdiendo sentido, y guarda silencio por unos momentos, entonces todo vuelve a empezar. -¿Cuántos años tienes?. Pasa el tiempo y empiezo a apreciar el pequeño valor de todas estas historias, la similitud que puedo encontrar entre ese joven y la situación que él está viviendo ahora. Mientras continúa la conversación, aprecio en este momento gran similitud con una protoconversación, sólo que nuestro bebé, ya es un poco grande, y sabe perfectamente usar su aparato fonador. Mas lo que aportan estas conversaciones, igual que lo hacen en el caso de un bebé, no es sólo el hecho de intentar comunicarse, sino de sentirse acogido, de recibir un poco de calor, un poco de compañía, pese a lo cerca que estén las zarzas.


Le miro, y recuerdo todos aquellos días en los que pasaba por mi calle montado en su burro, recuerdo cuando paraba a coger agua en el patio de casa, y casi todos y cada uno de los caramelos que nos iba dando día a día, recuerdo montar en aquel burro que tenía, o caminar tras sus 4 cabras, y el sonido de su garrote, y ahora, sin cabras y sin burro...

Le miro y le hablo, con la seguridad, de que aunque no sepa quién soy, y no vaya a recordar nada de lo que le digo, ese es mi abuelo.Y es que, aunque ya solo tengamos estas pequeñas conversaciones sin sentido alguno, abuelos solo tienes unos,y pese a que pasen los años, no está de más recordar, que debemos dedicar un poquito de nuestro tiempo a nuestras personas mayores.

miércoles, 16 de julio de 2014

Y 20 años no eran nada...

¿De verdad importa tanto una fecha? ¿De verdad nos importa tanto un número? Pasan los días, los meses y los años, y cuando todo marcha según lo planeado, parece que los días pasan sin dejar nada que recriminar.

Estos planes sin embargo, suelen tener fechas que esperar o recordar, cosas que debemos hacer o cosas que queremos deshacer. Una consulta médica, un examen, un viaje preparado con antelación. Son muchas de las cosas que solemos tener pendientes, siempre miradas al futuro, pero también al pasado, y no todas son cumpleaños. Precisamente yo, el más crítico con estas miradas al pasado, soy quien acaba aludiendo hoy a ellas, a esas miradas, a esos recuerdos guardados en nuestros cajones, a ese 16, que ya ha llegado, un año más.

Dejó dicho Gardel, antes de subir a aquel avión, que 20 años no eran nada, y para mi ya son un mundo tres. Resulta siempre muy extraño contar hasta esos días, y darse cuenta de que han pasado tres años, y todavía me siento igual de niño que aquella noche, igual de inútil que aquella mañana, igual de incrédulo que toda esa maldita semana. Me parece imposible, todo lo que ha cambiado, que el que era nuestro mundo, ya no lo sea, las que eran nuestras calles, cada vez lo sean menos, que con quien compartíamos nuestras noches, ya apenas formen parte de los: -"Hola, Buenos días".

Me dejaste dicho aquella noche, que nos veríamos pronto, quizás por Garciaz, y sin embargo, igual que a Gardel no le cuadraban aquellos 20 años, a nosotros no nos cuadraron 9 días. En cambio, tu voz permanece en mí, tu forma de ser permanece en mí y hasta tu sonrisa, permanece en mí. En mí y en todos los que te rodeaban, en todos a los que de una u otra manera compartimos nuestros días contigo. Todos los que bajo la misma convicción, aceptamos no olvidarte.






Hablo de mí, con la certeza de haber sido el alumno más afortunado de la tierra, de haber tenido dos maestros, que sin carrera alguna, hacían de mi poseedor de los más importantes conocimientos de estas tierras. Con la certeza, de que todo lo bueno que hay en mi, empezó también con ellos, empezó también contigo. La lista de cosas que tenemos pendientes, se alarga más que la de cosas que nos dio tiempo a hacer, sin embargo, todas las cosas que sí hicimos, toda la juventud que sí vivimos, se guarda en mí como el más preciado tesoro, como el hombre más afortunado del mundo, no sólo por haberte conocido, sino por haber disfrutado tanto de ello. 

"Guardo escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna, de mi corazón."



Hoy, de nuevo 16 de Julio, te escribo para que sepas que sigues siendo una de las cosas más importantes en el mundo para mí, te escribo aunque no lo leas, para que esta mañana pase más rápido de lo que pasaron las anteriores, te escribo, porque con el corazón abierto, y los sentimientos a flor de piel, sólo se puede hablar de quien habita realmente en él. 


Dentro de 20 años, le seguiré repitiendo a Gardel, que si 20 años no eran nada, para mi una mañana, ya se me hacía larga sin ti.  Y aunque hoy sea un día triste, sólo quiero darte las gracias, porque a pesar del sufrimiento, tengo que reconocer, que en el tiempo que te tuvimos, fui la persona más feliz de la tierra. Gracias Tete. 
STDOPPH



lunes, 12 de mayo de 2014

Alcanzar el cielo, a toda costa

Casi 100 años hace ya de la caída del piloto más famoso de la historia,
ese al que unos llaman cazador sanguinario,
y otros caballero con alas.

Cuentan que ganó más de 80 combates confirmados,
que era el auténtico temor de los cielos,
más que un dios en aquella guerra,
y que volaba como los mismísimos ángeles.

Otros dicen que simplemente era un joven,
loco y sanguinario,
con mucho talento para pilotar.

Lo cierto es que no importa si era un despiadado asesino nazi,
o un noble Águila Imperial.
Lo importante, aunque negra,
es su leyenda,
algo así deberíamos aplicarnos todos en diferentes circunstancias de nuestra vida,
cuando estamos solos ahí arriba,
volando tras nuestro objetivo.

Como a los admiradores de tales leyendas,
no debe importarnos lo que nadie pueda opinar de nosotros,
ni ahora, ni dentro 100 años,
no debe importarnos ahora,
pues ahora lo único que debemos tener delante,
es la cola de ese otro avión,
o caen ellos, o caigo yo.


Ahora me siento así,
me siento arriba, quizás no del Fokker Dr.1,
pero sí del propio avión de mi vida,
pues por mi estación no pasan trenes,
pasan aviones.

Lo único que quiero deciros hoy,
igual que le diría al Barón Rojo,
aunque me dieran la potestad detenerle a tiempo,
es que os pongáis las gafas,
y subáis a ese maldito avión,
la leyenda no se forja con los pies en la tierra.



domingo, 11 de mayo de 2014

Cuando mi aire sólo es mío

Sólo solamente se acentúa cuando equivale a solamente,
bonita redundancia.

Cuando mi aire solamente es mío,
es únicamente cuando se apreciar estos momentos.
Cuando mi aire es sólo mío,
es cuando entiendo lo que algunas personas anhelan en la soledad.
La soledad se puede alcanzar un Domingo por la tarde,
mientras escribes con la ventana abierta,
o puede estar en esa misma ciudad,
un día después, unos metros más arriba,
mendigando mientras otros van a trabajar.

Te explicaré que diferencia existe entre el aire que respiramos todos,
y el que respira una persona que está sola,
al menos durante ese breve periodo de tiempo.
Bien para empezar,
si esa persona no comparte ese aire,
tampoco comparte sus decisiones,
por lo tanto estas, serán mucho más libres y cómodas,
si esa persona, de repente decide dejar de respirar ese aire,
no estará cargando a nadie con el sobrante,
sino que este quedará libre, pues será solo suyo.

Digamos pues, que la diferencia obvia de poseer tu propio aire,
es la total seguridad,
de que por ese instante,
eres libre para decidir.

Desde que mis ventanas dan a esta calle,
unos cuantos Domingos han sido sólo míos,
y por extraño que parezca en mí,
ha resultado acogedor,
si bien es que volveré a los callejones del amor y la dependencia,
antes de que diga esta boca es mía,
solo, y solamente lo haré,
sí mi aire sigue siendo mío.

A menudo en nuestra vida, dejamos escapar y compartimos nuestro aire,
no nos engañemos,
quizás sea el bien más preciado de la tierra,
y el único que hasta el momento,
no hemos conseguido vender, menos mal.

Cuando decidimos, con o sin darnos cuenta compartir este aire,
a veces aceptamos normas a las que antes no estábamos sometidos,
 no os hablo sólo de por ejemplo tener que compartir este sofá, que ya sería un dolor,
hablo de compartir una vida,
al menos parte de ella.

Esta tarde, como habrás adivinado, no comparto mi aire,
es más, esta tarde voy a mi aire,
si hace falta cierro la ventana, y no dejo que se escape ni un poco,
hasta que la persona adecuada llame a mi puerta,
esperando mi desencadenante.

Porque lo cierto es que pocos sabemos elegir perfectamente con quién compartimos nuestro aire,
no es decisión nuestra, por mucho que nos guste creerlo, siempre habrá desencadenantes,
del mismo modo, cuando nuestro aire sólo es nuestro diréis,
la mayoría de las veces, tampoco será nuestra decisión,
¡BINGO!

Ni tan siquiera nuestro aire es nuestro podríamos pensar,
pero para algo que es gratis...

Así que de momento, me resisto a cantar mi Bingo particular,
puedo disfrutar de esta soledad,
pero no cierro puertas con más de una llave.

Mejor sólo cantaré línea.

sábado, 26 de abril de 2014

El árbol de los chupetes

No sé si los conocéis,
pero ya existen en muchos lugares,
árboles llenos de chupetes,
que hacen mucho más fácil esta dura despedida.

Plasencia creo ha sido la última en sumarse,
¿No es genial?



Menuda ingeniería la nuestra,
menuda medicina,
nos entregan a personas en una de las etapas de cambio más importantes de su vida,
personas que acaban o van a perder una parte de su cuerpo,
su chupete.
Personas que a veces necesitan curas,
otras mejoras,
otras solo cariño.
¿No es eso la mejor medicina?
¿La mejor respuesta ingeniera?

Yo creo que he elegido bien,
porque no quiero ser médico,
ni tampoco ingeniero.

No para nada,
tampoco quiero suspender a nadie,
no quiero esa responsabilidad,
no para nada,
yo no quiero enseñar átomos,
sé que habrá quién lo haga mejor,
también con más ganas.

Lo que yo quiero es ayudarlos,
en lugar de suspenderlos,
darlos un pequeño empujón,
levantarlos en brazos,
y que cuelguen su chupete.

Los átomos están por todas partes,
¿La Educación Infantil no?
Hay quién dice que quizá me este equivocando de camino,
no seré yo quién les quite la razón,
no todavía.

¿Aprender es eso no?
Yo todavía no educo,
todavía soy educado,
si me equivoco será mi fallo,
lo reconozco,
pero eso hago,
aprender,
y si es necesario fallar.
Si es necesario soltar mi chupete.

Yo prefiero hacer pequeños exámenes,
pequeños pasos,
pequeñas ayudas.

Porque las cosas pequeñas son las que dan sentido a todo,
porque prefiero una pequeña victoria cada día,
que una cada diez años.

Porque prefiero adaptar,
prevenir,
ayudar,
y guiar a los más pequeños por su pequeño camino.

Prefiero ver crecer esos pequeños árboles,
y ver sus ramas abrirse hacia el sol,
y crecer con ellos.

Cada uno prefiere su rama,
letras, ciencias,
ingeniería, medicina, enseñanza...
Primaria, Secundaria, Infantil.


Porque prefiero las sonrisas y los berrinches constantes,
y sobre todas las pérdidas humanas,
prefiero a los niños que pierden su chupetes.



jueves, 17 de abril de 2014

Cazando fantasmas

Dicen que los fantasmas no existen,
JA,
debe de ser que yo soy demasiado cobarde.
¿Pero qué hace uno cuando no se puede enfrentar a ellos?
¿Cuando no hay nada a lo que enfrentarse?

En la RAE, vienen 8 definiciones,
voy a coger 7, por aquello de tener suerte con mis fantasmas.

1. m. Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasía.

2. m. Visión quimérica como la que se da en los sueños o en las figuraciones de la imaginación.

3. m. Imagen de una persona muerta que, según algunos, se aparece a los vivos.

4. m. Espantajo o persona disfrazada que sale por la noche para asustar a la gente.

5. m. Persona envanecida y presuntuosa.

6. m. Amenaza de un riesgo inminente o temor de que sobrevenga.

7. m. Aquello que es inexistente o falso.



A día de hoy,
cuento al menos con dos fantasmas,
dos espectros, que tan solo con su mera presencia,
me llenan de inquietud y me producen tal sensación de sorpresa,
que no quiero ni mirar a sus ojos.

Fantasmas del pasado, claro está,
siempre son del pasado.
No los veo muy a menudo,
Dios me libre, o que lo haga Bill Murray.
Aunque el viejo Bill ahora anda rescatando obras de Arte de los Nazis,
bendita película,
que aunque como los Cazafantasmas, nunca subirá a la cima,
dejará huella en más de uno,
como mis fantasmas.

Pero cuando los veo,
cuando Bill Murray y su cuadrilla no andan cerca,
visito mi pequeña definición mental,
menos extensa que la anterior,
y me afirmó,
sí, esos dos,
son mis fantasmas.

No tienen nada en común,
tan siquiera se conocen,
pero ambos tienen el poder,
ese poder de hacer que te estremezcas ante su presencia,
de hacer que algo dentro de ti se active.

Fantasma, presencia, ser o pensamiento, que produce temor o desconsuelo, al tratarse este, de una visión del pasado, de un pasado que no fue totalmente bueno, o que dejó de serlo. 
Miedo, pánico o sorpresa, que ningún aspirador, ha conseguido eliminar de momento.

No creo que sea el único que tiene fantasmas,
¿Qué me dices Bill?
¿Los cazamos?





martes, 8 de abril de 2014

Morir a sus pies

Botticelli murió con 65 años,
no acostumbraba a jubilarse la gente entonces,
menuda era aquella Florencia,
la de cosas que nos dejó,
hace ya años que se fue el autor del Nacimiento de Venus,
el hombre de La Primavera,
pero nos dejó sus cuadros,
y con ellos y su legado,
dejó más de un mensaje,
más allá de de la hermosura de Venus o Palas y el Centauro,
de unas cuantas adoraciones,
otras tantas vírgenes con niños,
de retratos y más retratos,
el pequeño Botticelli dejó entrever una de las grandes verdades de la humanidad,
una que a veces no parece tan obvia.

Desde siempre,
nos han dicho que la historia está escrita por hombres,
pues bien,
eso es mentira,
al menos es media verdad,
pues un 50% de los hombres,
más de la mitad de los casados,
y casi tanto de los solteros,
ha vivido a los pies de una mujer,
y la historia que han escrito,
y la que quedaron sin escribir,
desde luego no sería lo misma sin ellas.

De sodomía fue acusado el florentino,
que pareció vivir casi toda su vida enamorado en secreto,
pero no de un hombre,
enamorado de una mujer,
de aquella mujer,
a la que medio mundo renacentista acabaría adorando,
con la que sólo uno se casó,
y a la que una enfermedad le arrebató a ambos.

Enamorado de aquella mujer,
a la que la media Florencia quiso pretender,
aquella que parece ser la diosa Flora,
Atenea,
la misma Venus,
Procris,
o Cleopatra.

¿Quién soy yo para decir que no hay millones de Simonettas Vespucci posando por ahí?
Millones de Botticellis que mueren por su aire,
y que morirían sin el.
¿Acaso no las hubo antes y después de ella?
No lo dudéis,
Botticelli murió más de 30 años después,
a diferencia de la joven Simonetta,
que apenas pasó de los 20,
aún así,
Botticelli pidió,
y de hecho fue enterrado,
a los pies de esta mujer,
quizás el mundo deba aprender un poco de Botticelli.

Quizás debamos observar un poco,
a lo mejor hay más Simonettas ocultas por ahí,
más de mil retratos,
más de mil musas.

Bendito Renacimento



lunes, 7 de abril de 2014

Por-venir

Porvenir

Suceso o tiempo futuro.
Desarrollo o situación futura en la vida de algo o alguien

Dícese además de estas cosas,
de todo lo que está por venir,
y todo lo que se entiende en ese porvenir,
de las cosas que lo forman.

Curioso es el porvenir,
mucho más mientras está en camino,
mientras lo esperamos con ganas.

Hoy os hablare de 3 cosas que estaban o están por venir,
de la mano de 3 personas, maravillosas cada una,
y que forman parte de mi día a día.

Las tres vienen de Madrid.

Una de ellas,
ya me tiene acostumbrado a las sorpresas,
que podría decir de ella,
que nos debemos un partido,
con bufandas incluidas,
que me pone en vilo cada vez que me dice que tiene algo para mi,
que si el futuro está por venir,
quiero que sigas estando ahí.

La segunda dicen que es prima, segunda,
yo diría que es prima,
a veces prima hermana,
incluso hermana,
¿Qué podría esperar yo de ella?
Si es a la que mas veo,
la que viene corriendo para darme un abrazo.
Una de las más monas de todas,
y de la que no tengo casi nada,
hay un hueco reservado para ti en mi tablón,
y lo sabes.

La tercera es medio idiota,
yo lo sé,
los médicos deberían,
es la chica de los conflictos,
algún día me costará una guerra de bandas,
yo lo sé,
por el momento,
me conformo con su vocecilla y sus notas de audios,
además tengo un palito de helado personalizado para defenderme.

Tres cosas estaban Por-Venir
tres cosas que se me encantarán,
lo harán hoy, y todos los años que están por venir.


Cosas de gente corriente

Me gusta la gente corriente,
la señoras que te cuentan su vida en la sala de espera de un hospital,
las mujeres que te dicen piropos en el autobús,
o los que llegan a una sala, y aunque haya 50 personas, dan los Buenos Días,
cosas de gente corriente.

Cosas que piensas mientras tiendes la ropa en pijama casi en el centro de Cáceres,
cosas que piensas cuando hablas con todas esas personas,
cuando te cuentan lo triste que son sus vidas a veces,
o lo interesantes que pueden ser la mayoría.

La gente corriente es la mejor,
por cosas corrientes,
os hablaría de una señora el Domingo en el Hospital,
diciendo que se quería morir,
a dos personas desconocidas a su lado,
convenciéndola de que no.

Por cosas corrientes,
os hablaría de esa costumbre de la gente de los pueblos de saludar a todo el mundo,
por todos los tú eres el nieto de... A los que nos hemos enfrentado,
por cosas corrientes,
a veces uno entiende lo normal,
lo que no sale de los límites,
pero no es solo eso.

Debería puntualizar,
pues hay dos tipos de gente corriente,
la gente corriente que a mi me gusta,
la simple, la espontánea,
y aquella, que es corriente,
por prácticamente todo lo contrario,
por pasar desapercibido casi adrede,
por no luchar por nada,
por estar por estar.

Y es que a veces,
las cosas corrientes,
también pueden ser maravillosas.

La gente corriente también hace cosas extraordinarias,
al menos una vez en la vida,
ve contracorriente,
arrepientete de algo,
o no lo hagas,
pero no seas demasiado corriente,
aunque a mi me guste.




Avancemos, a contracorriente.

jueves, 27 de marzo de 2014

Sin llegar hasta el final...

Cuando uno va al cine,
y casi a con un 100% de acierto,
podemos estar seguros,
de que no saldrá sin terminar de ver la película.

Pero dentro del cine,
donde se estrenan las grandes películas,
es donde más lejos se está de la verdadera realidad.

Cuando yo veo una película en casa,
en mi sofá,
en la tele o en el ordenador,
en ese momento me convierto en guionista,
protagonista,
y dueño del destino.

Pues aquí,
es cuando puedo decidir como quiero que acabe la película,
puedo decidir que el mejor amigo del protagonista no le traicione,
que su padre no muera,
o que todos se vayan a las Bahamas.

Si decido que no llegue el final de la película,
decido también que el final sea el que yo quiera,
el que mi cabeza había diseñado.

Y todo, simplemente,
dejando la película a medias.

Algo así deberíamos hacer con nuestra vida,
cambiar el guión,
aunque haya un final aparentemente escrito.
Imagina que no hubieras acabado de ver Titanic,
que Rick hubiera cogido aquel avión en Casablanca.

A veces, deberíamos cortar nuestra película,
cambiar el guión que otros quieren imponer,
no hablo de dejar las cosas a medias,
ni de no afrontar los problemas,
hablo de verlos desde otro canal,
de dejar la película a medias.

Ahora piensa en tus películas favoritas,
imagina lo que sería de estas,
sin llegar hasta el final.




martes, 18 de marzo de 2014

La derrota la pintan fácil...

El que quiere pierde dos veces,
al menos dos, dos por semana el primer mes,
y una al mes los siguientes,
el que quiere siempre pierde más,
porque siempre es fácil dejar a alguien,
aunque digamos que no,
romper, siempre fue más fácil que reparar.

La inmensa mayoría dice,
y yo en parte lo apoyo,
que la mejor forma de reparar lo que alguien rompió,
es cambiar de carpintero,
sustituir al albañil,
y rematar con un pintor nuevo.

"Pintame la carita..."
que cantaban algunos no hace tanto tiempo,
para pintarte la cara,
solo hace falta una de esas dos cosas,
una empresa de demoliciones,
o una que edifique hasta en medio del desierto.

"Pintame su nariz..."
Y respiras,
y si no lo haces,
lo harás no tardando mucho.

Al final la vida se reduce a eso,
mucho más si tienes 18 años,
hoy parece que te vas a morir,
mañana eres capaz de matar a alguien,
y así un año tras otro.

A mi al final,
resulta que me encanta,
porque lo que hoy es duda,
mañana sabes que será certeza,
lo que fue pena,
no es ni una anécdota,
y así,
si la pared pierde color,
vuelves a pintar.

Porque si sabes lo que mereces,
aunque lo pierdas,
sigues caminando,
sigues buscando.

Y si no...
vas y lo pintas.




domingo, 16 de marzo de 2014

Aprender a...

Toda una vida son muchos días, muchos días para aprender cosas,
imagínate que de repente, todas esas cosas, 
todo ese conocimiento que hasta el momento era tu mayor tesoro,
comienza a desaparecer,
los primeros días olvidas cosas pequeñas,
las llaves, el pañuelo o las gafas de cerca.

Normalmente no serás el primero en darte cuenta de lo que está pasando,
la familia siempre lo hace antes.
¡Ay la familia!
Ellos también tienen que aprender algo nuevo ahora,
pues poco a poco,
y cada vez más,
serán los encargados de coger tus llaves, ponerte las gafas de cerca,
o incluso llevarte el pañuelo a la nariz.

Los sábados por la tarde,
cuando beso a mi abuelo,
ya no me sorprendo,
estoy aprendiendo,
se que me puedo encontrar una cara amable, un grito de desaprobación,
o una carcajada.

Sé que esa tarde puedo ser su hijo, el vecino,
o el compañero de la mili.

Pero mi abuelo y yo tenemos algo en común, ambos conservamos un tesoro,
la familia, y esa no te olvida,
es mas, si es necesario, te ayuda a desaprender.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Aprender a contar

Aprender a contar

Aprendemos a contar un día,
y seguimos haciéndolo el resto.

Contar es como respirar,
aunque no lo valoremos demasiado,
lo hacemos todos los días,
desde el dinero para el pan,
a los viajes del bonobus.

Y no seré yo quién desprestigie los grandes conocimientos,
pues lo son,
pero no serían nada sin las cosas básicas de la vida.

Aprender a contar y leer es como empezar a andar,
ni siquiera gatear,
antes de correr necesitas saber andar,
y una vez en la cima, el medio o el final de tu carrera,
necesitarás y de hecho seguirás andando,
de igual modo leerás y contarás todas las mañanas, tardes y noches,
y te irás a la cama habiendo hecho al menos una de las dos cosas,
yo diría que las dos.

Para aprender a contar,
igual que a leer,
hace falta unos buenos maestros,
un poquito de tiempo de los padres,
y años de entrenamiento,
seguir contando día a día,
también leyendo.

A nuestros padres los recordaremos siempre,
a nuestros maestros de Infantil y Primaria,
quizás menos.

Pero siempre recordamos algo,
por recordar,
recuerdo los veranos con mi padre en el campo,
cuando me hacía contar hasta el número más alto que yo fuera capaz,
y una vez allí,
volver a empezar.

Por recordar,
yo recuerdo a un niño que contó todos los camiones de aquí a Madrid,
y a la vuelta los coches blancos.
Aquel día comprobó que sabía contar perfectamente,
pero ahora,
ese niño ve algo más allá,
algo que no vio entonces,
la satisfacción personal que el sentía,
y que siente cada día cuando lee y comprende algo,
se la debe también a su maestro de Infantil,
a aquel que le enseño a contar.

Porque todos cuentan.
Porque todos los días cuentan.
Todos los días cuentas.


martes, 11 de marzo de 2014

Una razón para darte las buenas noches

¡Hola!
No sé si nos conocemos la verdad,
espero no ser inoportuno,
bueno, normalmente siempre lo soy,
ya te irás acostumbrando,
pero permite que te robe unos segundos.

Hoy como cualquier Martes de Champions, vi el fútbol, ni siquiera jugaban los míos,
eso si que son Martes, pero ya te contaré, bueno, ya lo verás,
en el descanso preparé la cena, ni que decir tiene que me estoy volviendo un cocinitas,
soy de buena boca, eso creo que también lo sabrás algún día,
un poco de pescado y unas patatas,
"Fish and Chips",
y al lío.

Al acabar el partido,
me duché,
volví a la cocina para preparar la comida de mañana,
y me planté frente al ordenador.

Y justo aquí,
mientras escuchaba música con mis cascos rosas,
sí, el rosa también me gusta, toma nota,
como iba diciendo,
justo en ese momento, me acordé de ti.

La verdad, es que no sé donde estás,
ni cuando me leerás,
pero es por las noches cuando dicen que uno recapacita mejor lo que hizo a lo largo del día,
cuando se acuerda de las personas importantes,
a lo largo del día, me gusta hacer algo que me haga sentirme bien,
hoy ya recicle un poquito,
y con eso me valdría,
soy feliz con muy poco a veces.
Pero necesitaba algo más,
algo que no puedo tener todas las noches de mi vida,
y algo que últimamente no hacía,
necesitaba una buena razón para darte las buenas noches,
pues sí,
ni siquiera sé si te conozco,
o si me durarás para toda la vida,
serás mi amor o mi amigo,
o quizás solo me leas una vez,
sea cual sea la razón,
hoy me apetecía decírtelo:
"Buenas Noches"

Porque a veces nos quieren hacer ver, que esto ya no importa,
que lo de las buenas noches,
y los buenos días,
es una tontería.

Pero no, y lo saben,
lo sabemos, porque no sólo no cuesta trabajo,
si no que hacen buenos tus días,
y dulces tus sueños.


Hola, me llamo Mario Cerezo Pizarro
y tan solo quería,
una buena razón,
para darte las buenas noches.


jueves, 6 de marzo de 2014

Tú y yo, año a año.

El hombre más importante de mi vida no ha escrito ningún libro,
no lo necesita.
El hombre más importante de mi vida nunca luchó en ninguna gran guerra,
no era su destino.

El hombre más importante de mi vida, lleva 18 años a mi lado,
y nunca le han dado un premio por ello.
18 años en las trincheras día a día,
encargándose de que todos coman,
de curar a los heridos,
y volver a casa sonriente.

El hombre más importante de mi vida,
nació un día y muere todos ellos por nosotros,
por su familia.
Yo no necesito que ese hombre sea el que más gane,
tampoco quiero que sea el más reconocido de la sociedad.

Lo que yo necesito, es que el hombre más importante de mi vida, lo siga siendo muchos años.

Yo no estaba allí,
no de forma consciente,
pero hace 18 años y tan solo unos pocos meses,
ese hombre fue padre por primera vez,
y no dudo que sintiera miedo,
tal vez dudas,
pero si así fue, ya no importan.

Porque el hombre más importante de mi vida, desde aquel día se convirtió en mi papá,
y sé, con toda certeza, que lleva luchando desde entonces.

Y que seguirá haciéndolo mientras el cuerpo le aguante,
mientras las piernas le empujen.

Con poco más de dos años,
decidí encerrar a mi abuela en el balcón,
el hombre más importante de mi vida no estaba allí,
el estaba trabajando,
siempre trabajando por nosotros,
así es el,
así son mis padres.

Con 6 años yo ya era un chico fuerte,
¿Como no iba a serlo?
Mi padre siempre ha sido fuerte.
Y a esa edad, ya podíamos acompañarles un poco más,
con 6 años yo dormía en el maletero y los asientos del coche,
mientras ellos,
seguían trabajando.

Crecí un poco más,
y junto a mi mamá,
el hombre más importante de mi vida,
comenzó a enseñarme el valor del trabajo,
ese que parece que hoy empiezo a olvidar,
pero no,
no es así,
tuve un buen maestro.

A veces entre diario, y otras los fines de semana,
me enseñaron, que un cubo de castañas,
o dos puñados de judías,
podían equivaler a cosas tan valiosas como un huevo kinder o un paquete de cromos.

El hombre más importante de mi vida, me regaló dos hermanos,
un hermano y una hermana para ser más exactos,
y le he visto enseñarlos de la misma manera.
No se puede dudar de el,
a mi me ha dado casi todo lo que tengo,
y casi todo lo que soy.

A mis 10 años,
el hombre más importante de mi vida, pasó el verano más tranquilo de su vida,
bueno, tranquilo no, reposado sí.
No voy a decir que fuera un verano fácil,
hasta a mí tan joven e inocente, me resultaba raro verle allí parado,
más yo no lo entendía,
y hoy, cuando lo entiendo, solo puedo llenarme de orgullo,
tengo al mejor padre del mundo.

Porque aquel verano, el hombre más importante de mi vida,
tenía que andar con muletas,
sí, a mi padre lo operaron,
porque esas piernas que luchan por todos nosotros,
no son de hierro,
aunque lo parezcan,
aunque salgan cada mañana con la misma energía que hace 18 años.

Mi padre no es de hierro,
pero si de oro.

Con 15 años me enseñó el valor de la palabra,
me prometió un carnet,
y un carnet tuve,
más nunca prometió una moto,
y nunca la hubo.
Eso, amigos míos, para mi era el valor de una promesa.

Con 16 años, el hombre más importante de mi vida,
me enseñó la unión de la familia,
me hizo ver que esta, siempre está en los malos momentos.

El siempre me ha enseñado, que vale más demostrar que hablar,
que la entereza, se tiene cuando hay que tenerla, cuando debes tenerla.

Con 16 años yo vivía en una constante sucesión de montañas,
de precipicios y hundimientos,
pero el hombre más importante de mi vida,
me enseñó a seguir hacía delante,
yo nunca he necesitado un psicólogo,
tengo al mejor padre del mundo.

Y cada vez que he llorado en un rincón o en una cochera,
el ha estado allí, sabiendo ver lo que me pasaba,
y yo, no sé si alguna vez he sabido agradecérselo,
¿Como hacerlo?
Es el hombre más importante de mi vida.

Una vez, le escuche decir algo:
Escuche a mi padre decir:
-Le quería tanto o incluso más que a mi. -Porque era casi un padre para el.

Aquel día no supe decirle lo que pensaba,
hoy sí,
aquel día yo me sentí mal, porque el hombre más importante de mi vida se viera relevado a un segundo plano, pero no era así,
el hombre más importante de mi vida estaba haciendo lo que ha hecho siempre,
lo que tan bien se le da hacer,
cuidar de mi.

Con 17 años, conocí uno de los mejores premios que me ha dado la vida,
el hombre más importante de mi vida,
me dijo que estaba orgulloso de mi.
Probablemente lo habría hecho más veces,
pero ese día fue especial, reconozco que lloré.

Yo no había hecho nada del otro mundo, acababa de terminar mi Bachillerato, y habíamos tenido una pequeña celebración, en aquella celebración, mi padre fue a verme.
Hay que destacar, que normalmente, mi padre no puede acudir a todas las reuniones o actos,
pues sí,
como ya habrás adivinado tú que me lees,
está trabajando.

Mas aquel día especial mi padre fue a verme,
y allí estaba yo,
dándole a la sin hueso delante de un pequeño público,
no me preguntéis por qué,
pero aquel día el hombre más importante y más fuerte del mundo,
no solo se emocionó, sino que se sintió orgulloso,
no me preguntéis por qué tampoco,
pero dos días después,
en la misma cochera donde el hombre más importante de mi vida me veía llorar algunos fines de semana,
en esa misma cochera,
me enteré de la noticia,
el hombre más importante del mundo,
estaba orgulloso.

Un poco más tarde, partí para Cáceres,
no sin antes dudar, pero él lo tenía claro, debía venir.
El hombre más importante de mi vida, me atiende al teléfono de vez en cuando,
el no entiende de libros,
tampoco de escuelas,
pero me entiende a mi.
Y sabe que si el me dice puedes,
yo puedo,
lo puedo todo.

Hoy, ya tengo 18 y un pelín,
no he crecido mucho,
pero esta noche,
voy a llamar al hombre más importante del mundo.

Me ha contado un pajarito lo que le han dicho los médicos,
yo, aunque no soy médico,
también tengo algo que decirle,
ERES EL HOMBRE MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO.