miércoles, 30 de julio de 2014

Protoconversaciones



Me mira y me habla, con el convencimiento de que va a trasmitirme la mayor verdad del universo, lo hace pese a que a veces yo pierda la atención por las interrupciones de ella, o los mensajes que llegan a mi teléfono, él es ausente a casi todo eso. Su mundo ahora es demasiado pequeño, demasiado como para preocuparse por factores externos. El mensaje se bifurca de vez en cuando, y una nueva historia toma forma, una que tal vez sea divertida, tal vez sea escalofriante, o simplemente, tal vez, ni siquiera tenga sentido alguno.

Me mira, y me cuenta la historia de un joven solitario, que se enfrenta por primera vez a la vida solo, me explica lo difícil que le resulta adaptarse a un nuevo entorno, un nuevo lugar de trabajo, que ya creía conocer, pero la realidad le da en toda la cara, todo lo que había aprendido, no es nada al lado de lo que tiene que volver a aprender. Se siente cansado, pero avanza, porque pese a todo, es un chico fuerte, y van pasando los días. Hasta que uno de estos días, se ve metido en un problema con uno de los hombres más peligrosos de la zona, tras una pequeña pelea, acaba tirado junto a unos zarzales, parece que todo ha acabado, es el momento de rendirse. Pero de repente, vuelve a estar apoyado, coge fuerza, y se levanta, y antes de despedirse de la zarza, le dice: -Todavía no. 

Me mira y me habla, y parece darse cuenta de que su historia está perdiendo sentido, y guarda silencio por unos momentos, entonces todo vuelve a empezar. -¿Cuántos años tienes?. Pasa el tiempo y empiezo a apreciar el pequeño valor de todas estas historias, la similitud que puedo encontrar entre ese joven y la situación que él está viviendo ahora. Mientras continúa la conversación, aprecio en este momento gran similitud con una protoconversación, sólo que nuestro bebé, ya es un poco grande, y sabe perfectamente usar su aparato fonador. Mas lo que aportan estas conversaciones, igual que lo hacen en el caso de un bebé, no es sólo el hecho de intentar comunicarse, sino de sentirse acogido, de recibir un poco de calor, un poco de compañía, pese a lo cerca que estén las zarzas.


Le miro, y recuerdo todos aquellos días en los que pasaba por mi calle montado en su burro, recuerdo cuando paraba a coger agua en el patio de casa, y casi todos y cada uno de los caramelos que nos iba dando día a día, recuerdo montar en aquel burro que tenía, o caminar tras sus 4 cabras, y el sonido de su garrote, y ahora, sin cabras y sin burro...

Le miro y le hablo, con la seguridad, de que aunque no sepa quién soy, y no vaya a recordar nada de lo que le digo, ese es mi abuelo.Y es que, aunque ya solo tengamos estas pequeñas conversaciones sin sentido alguno, abuelos solo tienes unos,y pese a que pasen los años, no está de más recordar, que debemos dedicar un poquito de nuestro tiempo a nuestras personas mayores.

miércoles, 16 de julio de 2014

Y 20 años no eran nada...

¿De verdad importa tanto una fecha? ¿De verdad nos importa tanto un número? Pasan los días, los meses y los años, y cuando todo marcha según lo planeado, parece que los días pasan sin dejar nada que recriminar.

Estos planes sin embargo, suelen tener fechas que esperar o recordar, cosas que debemos hacer o cosas que queremos deshacer. Una consulta médica, un examen, un viaje preparado con antelación. Son muchas de las cosas que solemos tener pendientes, siempre miradas al futuro, pero también al pasado, y no todas son cumpleaños. Precisamente yo, el más crítico con estas miradas al pasado, soy quien acaba aludiendo hoy a ellas, a esas miradas, a esos recuerdos guardados en nuestros cajones, a ese 16, que ya ha llegado, un año más.

Dejó dicho Gardel, antes de subir a aquel avión, que 20 años no eran nada, y para mi ya son un mundo tres. Resulta siempre muy extraño contar hasta esos días, y darse cuenta de que han pasado tres años, y todavía me siento igual de niño que aquella noche, igual de inútil que aquella mañana, igual de incrédulo que toda esa maldita semana. Me parece imposible, todo lo que ha cambiado, que el que era nuestro mundo, ya no lo sea, las que eran nuestras calles, cada vez lo sean menos, que con quien compartíamos nuestras noches, ya apenas formen parte de los: -"Hola, Buenos días".

Me dejaste dicho aquella noche, que nos veríamos pronto, quizás por Garciaz, y sin embargo, igual que a Gardel no le cuadraban aquellos 20 años, a nosotros no nos cuadraron 9 días. En cambio, tu voz permanece en mí, tu forma de ser permanece en mí y hasta tu sonrisa, permanece en mí. En mí y en todos los que te rodeaban, en todos a los que de una u otra manera compartimos nuestros días contigo. Todos los que bajo la misma convicción, aceptamos no olvidarte.






Hablo de mí, con la certeza de haber sido el alumno más afortunado de la tierra, de haber tenido dos maestros, que sin carrera alguna, hacían de mi poseedor de los más importantes conocimientos de estas tierras. Con la certeza, de que todo lo bueno que hay en mi, empezó también con ellos, empezó también contigo. La lista de cosas que tenemos pendientes, se alarga más que la de cosas que nos dio tiempo a hacer, sin embargo, todas las cosas que sí hicimos, toda la juventud que sí vivimos, se guarda en mí como el más preciado tesoro, como el hombre más afortunado del mundo, no sólo por haberte conocido, sino por haber disfrutado tanto de ello. 

"Guardo escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna, de mi corazón."



Hoy, de nuevo 16 de Julio, te escribo para que sepas que sigues siendo una de las cosas más importantes en el mundo para mí, te escribo aunque no lo leas, para que esta mañana pase más rápido de lo que pasaron las anteriores, te escribo, porque con el corazón abierto, y los sentimientos a flor de piel, sólo se puede hablar de quien habita realmente en él. 


Dentro de 20 años, le seguiré repitiendo a Gardel, que si 20 años no eran nada, para mi una mañana, ya se me hacía larga sin ti.  Y aunque hoy sea un día triste, sólo quiero darte las gracias, porque a pesar del sufrimiento, tengo que reconocer, que en el tiempo que te tuvimos, fui la persona más feliz de la tierra. Gracias Tete. 
STDOPPH