viernes, 27 de noviembre de 2015

30441610

La verdad no sé que llega primero, estoy improvisando, he dejado siempre de ser, mientras quería serlo siempre, el chico de los planes. He maquinado cincuenta y destrozado doscientos en el último segundo porque un latido, un suspiro me empujaba hacia el otro lado. Sí, si todavía no ha quedado claro, me gustan los planes, pero me gusta más cuando se rompen, y acierto con el tijeratazo.

Es la parte más bonita de tener nuestras propias historias, el sabernos culpables y protagonistas de la línea argumental, y eso que ciertas cosas parecen estar fuera de nuestra jurisdicción, por mucho que creamos que elegimos casi todo.

Número de pendientes, tatuajes, cicatrices con recuerdos asociados, relaciones fallidas, día más odiado o tu mejor nota en un examen de Selectividad. 3,0,4,4,16,10, y ya le hemos dado número y un par de capítulos a nuestra pequeña existencia. Pues hasta todas estas cosas, de las que tal vez nos creemos autores totales, no nos pertenecen tanto, pendientes y tatuajes ya llevaban otros, cicatrices tiene cualquiera, de los errores no se libra nadie, los días oscuros se mueven bajo las nubes, al final te toca y en cuanto a las notas, fíjate, hasta alguien tuvo que decidir que entraba en ese examen.

Por eso, por muy cercanos al ombligo del mundo que nos veamos, lo importante, lo que hay que disfrutar, fuera del Carpe Diem, fuera del desmadre y la vida alocada, lo que verdaderamente este uno más, entre tantos, este número 30441610 que me he adjudicado hoy, solo sirve para recordar no solo esos datos, sino los opuestos, los exámenes de 0, los días más felices, la relación que algún día no fracasará, las heridas de las que me libre, los tatuajes que por qué no, tal vez si tenga algún día, y el número de pendientes, que me tenga que quitar o no en un futuro. Todo esto, si en ese último segundo, en ese suspiro o latido, decido hacerlo, porque la verdad, nunca sé una mierda de lo que estoy hablando. Pero lo que sí he descubierto, es que las cosas que hacemos de esta forma, llámalo con el corazón, con la locura interior, con lo que sea, esas cosas, son las que realmente nos pertenecen. En lo bueno y en lo malo.



lunes, 16 de noviembre de 2015

Del cine al teatro

El actor mejor pagado de Hollywood no pareció saber encajar muy bien su corta aparición en el debate, entre otros, entre cine y teatro de Birdman, tanto es así que hasta sus palabras se desmidieron al hablar de Iñárritu. Pero en parte, la película tiene mucha razón, aunque yo, yo quiero a Robert, porque tal vez no crea que el formato de la pantalla gigante sea el mejor, pero encuentro en algunos héroes de cómic, la misma capacidad de emocionar y transmitir con las explosiones y los saltos, que en la caída y subida del telón.

Lo que si que no veo correcto, es que en la vida real, la diferencia entre el cine y el teatro no se aprecie. Pues en la vida real, teatro no es exagerar ni fingir, teatro es sentir, y saber que si se te olvida el guión, tienes que solventar el momento tú solito. No hay cortes de escenas, repeticiones, tomas ni montajes, no. Lo que sí que hay son las tablas bajo los pies, el corazón frente al público y la seguridad de que se está poniendo toda la carne en el asador, por un puñado de aplausos, y no millones de dólares. Nadie me puede decir que eso no es más bonito, nadie.

Más en escena todavía, hablemos de las relaciones humanas, la cantidad de aplausos que merece algo que sale del propio actor principal, dobla sin duda a la de uno, dos, tres o cuatro con gran capacidad para llenar todas las salas. Una persona que te habla con el corazón, no puede tener una mala actuación, no puede defraudarte con el final de su papel, porque no es un papel, no es un medio para un fin, es la vida misma, sobre las tablas, la vida, sacada del cine, y llevada al teatro.




miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una larga ducha, un pijama viejo...

Una ducha larga, un pijama viejo, pero viejo, uno de esos pijamas que nunca dejarías que viera una chica en una cita, y dejarse caer sobre la cama a plomo, pero a plomo, como un hombre bala. Redactas como si supieras de que hablas, como si tu mismo entendieras lo que quieres hacer o como si no te dieras cuenta de que no está en tus manos, te sientes poeta, más bien filósofo, dueño de la razón y sin embargo vives en una caverna. Miras la foto de la estantería, el dibujo de la otra pared, tu bote de perfume y al final acabas en el teléfono, empiezas entonces a ser menos filósofo, menos poeta, menos nada. Ni tan siquiera sabes si debes hablar a una u otra persona de esa agenda o si escribir sobre las cuatro cosas que ves en tu habitación, cómo si nunca a nadie se le hubiera ocurrido hacer algo así.

Tú ni siquiera intentas rimar, demasiado orden para ti, o no, no lo sabes, no te importa, eres ordenado y a la vez un terremoto, un tsunami, la ola más difícil de un mar de dudas, un océano de nada, un viento en cada mirada. Vuelves a mirar el móvil, tal vez lo hagas, tal vez no, dormir sin intentarlo, es como caer derrotado, morir sin luchar, quedarse dormido mirando al techo, suspirar por lo que una vez no has hecho.


lunes, 26 de octubre de 2015

La fisonomía de la mejilla izquierda

Solo tengo un perfil bueno, el izquierdo. Agujereado, halagado y fotografiado cientos de veces sí, pero muy bien hecho. Acostumbrado a que lo de poner la otra mejilla, tampoco sea para tanto, ya sea para recibir un tortazo o para encajar las verdaderas hostias de la vida, las de verdad, las que voy encajando y descubriendo poco a poco, aunque a menudo, me empeñe en no hacerlo.

La inmensa mayoría, me las busco yo, las consigo porque aun siendo capaz de ser lo suficientemente retorcido y calculador para evitarme acabar siempre mal, termino por ser demasiado bueno en cada paso, y otro tanto más que demasiado imprudente también. Elecciones, situaciones y relaciones que me hacen daño o no me convienen se me dan demasiado bien, hacerme ilusiones con la simple luz de una estrella o convencerme a mi mismo cientos de veces de que no, que no está todo perdido, o todo puede cambiar.

Encajar con cualquier lado cada golpe, aprender, y esperar, sabiendo que tengo suficiente perfil o mejilla como para empezar a cambiar las cosas o esperar hasta que un día mi suerte venga para quedarse, y no para saludar.


martes, 13 de octubre de 2015

Enésima lección

Llevo exactamente 10 años, 15 meses y 8 días y medio intentando entenderme a mi mismo, calculo más o menos ese tiempo, pues el resto, he estado durmiendo. Durante todos esos días, además he tenido que intentar entender a decenas de buenos y malos profesores, buenos profesores a los que he querido entender, y otros a los que no he prestado la menor atención, en algunos casos, incluso llegué a comprender algo o la mitad de lo que me estaban contando.

Al acabar cada una de estas lecciones, lo único que he llegado a entender, es que nadie puede pretender que a día de hoy, ni tan siquiera yo me entienda a mi mismo, es demasiado difícil definir algo en un cambio tan constante, algo que ni siquiera sabe definirse así mismo sin dejar las frases incompletas, y que además, de vez en cuando ha prestado atención a algún tipo de profesor. Por eso cuando alguien se empeña en que yo sepa lo que quiero, lo único que puedo hacer es convertir mi mar de dudas en un océano y dejar de prestar atención, incluso cuando ese alguien lo hace sin pretenderlo, sin querer captar mi atención, o siendo un mal profesor. Al final nada cambia mucho, nunca sabré dónde estoy, ni quiero saberlo.


domingo, 4 de octubre de 2015

Y no me dicen nada...

Ya me había pasado antes, no es nueva para mi la sensación de perder el norte, lo raro sería saber dónde está. Me guió siempre por las estrellas, pero me gustan los días de lluvia. 
¿Has visto alguna vez las estrellas en una tormenta? 

Los Domingos me quitan más aire que los Lunes, los rotos, ya no sé contarlos, los vasos no los rompo, los abrazos siempre los guardo y de vez en cuando, me queda algo en el bolsillo para darlo. Ya me había pasado sí, pero no de este modo, ya sé lo que tengo, pero no porqué, no tengo razones para tenerlo. No se me llenan los vasos, ni vacíos, ni medio llenos, solo, con hielos.

Camino sin saber a dónde voy, y aunque siempre lo he hecho, nunca lo hice tan perdido. Tan pronto siento odio, como me muero de ganas, tan pronto estoy herido, como flotando en la nada, tal vez me lo han pegado, no sé lo que hago, ni sé lo que quiero.

Otras veces lo sé, lo sé pero no puedo, me hace creer que no, luego tal vez sí, y me pierdo, me achanto y no sigo caminando. Y no me dicen nada otras bocas, no me cuentan nada otras miradas, aunque lo intente. No me provocan ni duda, ni ansias, ni nada, nada de nada. Me empeño en echar de menos, algo que no sé cómo es, algo que no es nada, y en cambio es lo mejor de la nada. Me perturba una flor en un pequeño planeta habiendo cientas en este, un desierto sin flor, un principito sin nada, ni flor ni nada.
Y no me pasa nada, nada y más nada. 



domingo, 13 de septiembre de 2015

Fallos del guión

Me encantan las tormentas de verano, los imprevistos de última hora, los jugadores más odiados, los rotos de cada noche, las segundas, las terceras y las cuartas partes. Me gustan los Domingos, cuando nadie me ve, cuando llueve de repente. Me gusta la incertidumbre de no saber nunca hacia dónde llevo tanto tiempo caminando, me gustan los ratos como hoy, caminando por la calle sabiéndome con el guión totalmente en mis manos, cuando nadie te espera en casa, y puedes mojarte un rato más.

Me gusta cuando las cosas salen bien, pero me encantan los fallos del guión, los giros inesperados, las sorpresas de última hora, me gusta tenerlo todo planeado, y me gusta más cuando no lo consigo, cuando se escapa de mis manos. Me encantan los fallos del guión, porque al fin y al cabo siempre seremos uno, odiarte a ti mismo, sería demasiado egocéntrico. Si el guión falla, reescríbelo constantemente, así nunca será aburrido.



lunes, 31 de agosto de 2015

Emocionalmente estable

Emocionalmente estable es un binomio demasiado aburrido, demasiado aburrido para mi, que he tendido siempre a mezclar el lado positivo de las cosas con su contrario, casi con tanta facilidad con la que disuelvo mi Nesquik. Emocionalmente estable significaría tener demasiado claras todas las cosas que rondan mi cabeza y mi pequeño e inútil mundo. Significaría que jamás volvería a ser capaz de encontrar un lado positivo al mayor plantón de la historia, o que tal vez dejara de ser feliz bajo la lluvia. Del mismo modo tendrían que cambiar las cosas en el lado contrario, y es que la concepción de poeta clásico me va demasiado bien, me crezco tanto en la tragedia, que la adversidad es capaz de convertirse en mi mayor aliado. Emocionalmente estable entonces, quedamos en que es algo imposible para mi, pues tengo tantos fantasmas, como aspiradores para capturarlos, pero no pienso dejar de tener a ambos.

miércoles, 15 de julio de 2015

Contar hasta cuatro...

Aprendí a contar con los dedos alrededor de los 4 años, a hacerlo sin ellos un poco después. Aprendí que dos más dos, son cuatro, que tres menos uno, son dos, que dos, menos uno, es uno, y la mitad de dos, uno partido por la mitad. Al final de todo, lo que realmente aprendí, es que siempre, siempre es mejor sumar, que restar, porque cuando restas, hay una parte que jamás vas a recuperar. Aprendí en la adolescencia, que contar también dolía, nunca he sido nada bueno para las fechas, porque el calendario y yo nos llevamos fatal, pero hay veces en las que no te queda otro remedio, al final, siempre terminas por contar.

Llega Julio y el calendario me agobia, me aprieta y casi me asfixia, lo hace durante todos estos años, de repente si miro al calendario, cuento los días, miro atrás y hacia delante, echo la cuenta; y siempre, me sale negativo.

Hoy, la cuenta llega a su fin una vez más, a su inicio también, esta noche harán cuatro años exactos que no te veo, hoy no sólo cuento los días que han pasado, hoy cuento y pienso en todo lo que podría haber pasado, muchos días, muchas historias que habríamos contado y compartido, los consejos que me habrías dado, cientos y más cientos de cosas, que ya nunca sabremos, porque esta noche, hace cuatro años, nuestras vidas cambiaron. Te sigo echando de menos. STDOPPH

domingo, 5 de julio de 2015

"Que bailar, es soñar con los pies."

Va diciendo Sabina por ahí aquello de: "Que no salgo a buscarte, porque corro el riesgo de encontrarte". Lo hace con todo el conocimiento de la causa que unos cuántos de años te dan. Mientras, lleva años caminando bajo la mirada de una peruana que literalmente, parece haber salvado su vida después de tantos precipicios.

Más abajo, en el mundo de los humanos, aquellos que no tenemos guitarras, poesías, conciertos ni habitaciones de hoteles de lujo con fotógrafas peruanas, resulta que aplicarnos sus canciones, de vez en cuando, nos vale para entonar nuestra propia melodía. Tan incierta como la costumbre de intentar hacernos los duros con ese riesgo, que nosotros, realmente deseamos encontrar, como el baile de pies que entonamos tan ridículamente los malos bailarines, bailarines de pies de hormigón, que se pierden en las luces de cualquier ciudad. Sin atrevernos a dejar un whatsapp, con lo que otros ya habrían escrito un soneto, vendido tres botes de humo y adquirido las primeras piernas que subieron a la acera.

Nos aterra no saber que va a pasar, aunque lo amemos a la vez, pues sería demasiado fácil tener pensado como mover la capa de hormigón. A título personal la voy cambiando con los años, una veces armado, otras ligero, traslúcido o drenante. El siguiente, siempre está por inventar. A día de hoy, me cuesta preguntarme si estoy esperando con la capa necesaria, o si por el contrario, debería romperla yo mismo e irme a edificar a otro lugar, a ver si me da por aprender a bailar. Por el camino, llevo a cuestas mis dudas, las ajenas y principalmente, eso sí que lo sé, llevo mis pies.

Y es que los malos bailarines, lo seremos siempre, pues con nuestra capa de hormigón adosada a la zapatilla de turno, lo único a lo que normalmente aspiramos, es a que alguien decida enredarse las piernas, pisar y romperla, para así bajar de la acera y tomar un rato la carretera. Los malos bailarines, tenemos también una ventaja, nos convertimos en los mejores, una vez que tenemos el camino abierto, porque no construimos nuestros pasos con humo, lo hacemos con hormigón armado.


"Y jugar por jugar, sin tener que morir o matar, y vivir al revés, que bailar, es soñar con los pies. Que bailar, es soñar con los pies."


jueves, 2 de julio de 2015

Ludopatía

Siempre he dado por hechas cosas que no podía conseguir, justo ahí se encuentra mi debilidad, en que empiezo a querer antes de saber que busco. En que me abro al mundo, antes de que este ni tan siquiera se haya planteado tener una llave. Luego llegan los cruces de vías mal señalizados y la maldita costumbre de estrellarme, siempre antes de tiempo, que empieza a parecer que lo hago más por gusto, que porque la pared se empeña en esquivarme.

Desde luego el primer culpable de mis fracasos soy yo, el segundo también, y antes de llegar al tercero, normalmente me he cansado de ajusticiar pobres idiotas y lo he dejado otra vez, es una historia que parece no tener fin, y que sin embargo, se acaba cada noche a la hora de irme a dormir, la suerte es para los que la buscan, y por el momento nunca he buscado bien.

Lo que pasa es que ahora, me cuesta resistirme a dejar de buscarla, creo que tengo la comparación perfecta para mi situación. Soy ludópata, lo soy porque no puedo rechazar la oportunidad de jugar, lo soy, porque cuando ves pasar a la suerte todos los días por delante de tus ojos, resistirte a lanzar alguna ficha es casi imposible. Lo soy, porque la suerte me ha acompañado de vez en cuando, y porque aunque al final siempre me ha llevado a la bancarrota, resulta que esos momentos de éxtasis finito, parecen haber merecido la pena.

Lo malo, es que empiezo a ser demasiado ludópata, porque intento alejarme, y aún no teniendo cerca la oportunidad de jugar, la añoro casi a diario, ella nunca me da un no rotundo, prefiere la incertidumbre, un tal vez, un no sé, la duda de que aunque lo tengas todo perdido, tienes menos por perder que por ganar. Tanto para el azar, como para ti, tal vez tengo la misma importancia que cualquier otro jugador. Sigo sin saber cuántas probabilidades tengo de ganar, pero no dejo de querer seguir jugando, aunque cada vez, me queden menos monedas.




miércoles, 24 de junio de 2015

La banda sonora de mi vida

Si mi vida fuera una banda sonora, empezaría una cálida noche de verano, casi a media noche y ya a un tono considerable de voz. Para ser exactos lo haría a las 11:25 de una una noche de Agosto de hace ya casi 20 años.

Esta banda sonora comenzaría ya desde un principio a mezclar los ritmos más variados que el pentagrama permite, saliendo bastante a menudo de los cánones establecidos, tendría por ejemplo la compañía de melodías tan simples y acompasadas como la canción de los Tortugas Ninja u Oliver y Benji (Allá van con el balón en los pies...) 

Sería una banda sonora apta para todos los públicos, pero con una tendencia suicida hacia el cambio, capaz de comenzar escuchando a Los Chichos y terminar por tatarear la canción de turno de Eurovisión. La banda sonora de mi vida entendería en un momento, que la música de Cadena 100 debía ser lo más de lo más (Inocente yo), y memorizaría el 88.8 como el número más importante del mundo.

Algunos viajes al son de Andrés Calamaro y los típicos cassettes y CDs con los éxitos del verano empezarán a dar forma y consistencia en la memoria a esta. Después una fuerte etapa seguirá marcando la Tragicomedia de mi vida con canciones de Estopa, los dioses del mundo musical para ese tierno yo, que ya nunca se los sacó del todo de la lista de canciones a tatarear.

Sin saber muy bien por donde recibirlo, algo llamado Reggaeton entrará en escena, principalmente en la adolescencia, para ya no marcharse nunca y acercarse al ritmo de la música cada noche de fiesta, un poco de bachata, salsa, cualquier cosa será válida en el momento que algo más que la letra empieza a importar.

En algún momento sin saber cómo, cuándo, ni por qué, en esa banda sonora de mi vida, comenzarán a ponérseme Rojitas las Orejas, casi al mismo tiempo que me daba cuenta, que se vive mejor "con mis canciones p´aquí con mis canciones pa´lla". Para poco después darme cuenta de que alguien, "me ha robado el mes de Abril", en ese momento las voces quebradas comenzarán a instaurarse en mi cabeza, desde las más poetas como Roberto Iniesta o Kutxi Romero, a las aún más a lo Joaquín Sabina.

Mezclará también algún momento más dulzón, donde hasta Sergio Dalma, ya entrado en edad se atreve a aparecer, para que de improvisto otra tendencia irrumpa en la melodía para quedarse, DJs, sesiones, tecnho, listas de canciones con poca letra, y mucho cambio de ritmo marcarán definitivamente una banda sonora en constante cambio, y es que, resulta que desde aquel 25 de Agosto, hasta el final de la partitura, lo maravilloso de un espacio en blanco, es la oportunidad que nos da de escribir en él lo que queramos, y de cambiar un poco nuestra propia melodía cada día.


viernes, 5 de junio de 2015

Mi primera impresión

Dicen por ahí que la primera impresión es la que cuenta, la primera impresión que tuve de mi cuando empecé a ser capaz de reconocerme tanto dentro como fuera del espejo, fue que era demasiado débil, y que por lo tanto me iban a machacar allá donde fuera. Es obvio que estaba cerca, pero que no estaba del todo en lo cierto, pues aunque no han sido muchos, algún que otro golpe si que me he llevado, mas por el momento parece que los he resistido bien.

Cuando uno consigue conocerse a sí mismo, realmente no ha conseguido nada aún, pues lo realmente difícil es cambiarlo, o convivir al menos contigo mismo el tiempo suficiente para que no te agote, supongo que de cara a mis pequeñas derrotas es la tarea que más pendiente tengo, pues normalmente tengo perdida la pelea antes de subir al ring, lo cual no deja de resultar extraño, pues cuando has perdido tantas peleas antes de comenzar a golpear, lo más lógico es que cuando decidas volver a subir lo hagas con la certeza de pegar primero. Pero están en los cierto aquellos que miden y evalúan al rival por sus costumbres, pues estas debilitan cualquier movimiento, incluso, cuando el rival es uno mismo.

La segunda impresión, la que tengo cuando me miro y sé lo que veo, es que lo que tengo y lo que ofrezco es mucho más valioso que nada de lo que hasta ahora yo recibí, y que no ha aparecido un rival lo suficientemente digno para que subir al ring sea lo suficientemente interesante, pues aquellos que si lo hicieron, resultaron ser más espectadores que luchadores reales, y al final, la única conclusión, es que al igual que los golpes, llegará un momento en que hasta yo, tenga que dejar de dar esa parte de mi que me hace tan débil, pero no será hoy, hoy no.



miércoles, 13 de mayo de 2015

Tres días antes de lo acordado

Uno nunca decide cuando es el momento de sacar los recuerdos del armario, es más a menudo es otra persona la que nos los saca a pasear, como nuestra madre cuando elegía la ropa que íbamos a llevar al colegio. No obstante lo cierto es que estos, a menudo son los que por si solos deciden salir de vez en cuando.

Con el paso del tiempo es verdad que uno va asimilando estas cosas de forma diferente, existen recuerdos que son como bufandas, estos nos abrigan, nos hacen felices pese al anhelo, tal vez echemos de menos a alguien que ya no está, o tal vez echemos de menos el calor del verano, pero al menos los tenemos a estos para enfrentarnos al frío.

Hay recuerdos que nos dan la fuerza necesaria para seguir, que nos recuerdan quienes somos, nos hacen pisar con fuerza cada día, podríamos decir que estos, son nuestros zapatos, la base sin la que todo empezaría a caerse, nos dolerían los pies, y el camino comenzaría a hacerse más difícil, pues andar descalzo, ya es casi cosa de profetas.

Tenemos los recuerdos cinturón, los que nos aprietan, pero no nos ahogan, son recuerdos amargos, momentos difíciles, o errores cometidos, son estos los que más odiamos, pero también los que más nos hicieron aprender, aunque fuera a base de errores, y es que, si no quieres usar cinturón, lo mejor es aprender muy bien cual es tu talla.

Por último, tenemos los recuerdos mochila, los que llevamos siempre con nosotros, a menudo son pendientes, collares, pulseras, pues estos combinan con cualquier cosa que decidamos ponernos, pues simplemente, están tan dentro de nosotros mismos que sería imposible tratar de desprenderse de ellos.

Y es que nuestro pasado, nuestros recuerdos, son como nuestra ropa, siempre que salgamos de casa la vamos a llevar encima. Yo te sigo llevando todos los días conmigo, sigo recordando todos los días, y todos los 16 más profundamente aún, como hoy que te escribo, tres días antes de lo acordado.




lunes, 23 de marzo de 2015

Ni príncipes, ni princesas.

No queremos escalar torres, no, nos negamos,
no queremos montar a caballo, no, no nos gusta, y no son limpios.
Los zapatos tirados por ahí, recogedlos vosotras mismas, dejad los nuestros en medio si se nos olvidasen también, terminaremos recogiéndolos, pasamos olímpicamente del traje azul.

No queremos tampoco que seáis una dama en apuros, queremos un reto, pero uno real, algo para un tiempo largo, donde sólo se sude de vez en cuando, y donde se llore a la vez que se ríe, algo más teatral.

Necesitamos que de vez en cuando nos rescatéis a nosotros también , tenemos nuestros precipicios, quizás incluso más.Si es posible, evitad las manzanas envenenadas, no es recomendable besar a alguien que tiene demasiado veneno en los labios.
Huid de las torres, o llamad a un cerrajero, si ya no hay otra solución, intentaremos escalar, pero igual también hay que llamar a un ambulacia.

Si vivís en el fondo del mar, podremos compartir el oxígeno, pero cada uno el suyo, y con un reparto concertado, que luego vienen los agobios.

Si somos algo bestia, y si acaso os molesta, decidlo, pero con delicadeza, no hay nada que la cera, un diccionario o contenerse un poco no puedan solucionar.

Si somos pobres y ni siquiera tenemos una alfombra mágica, sabed que el amor no debe entender de billetes, por eso estos no llevan dibujados corazones.

Si al caer la noche, uno de los dos cambia radicalmente, sentémonos a negociar, siempre será mejor.

No queremos que nos digáis lo perfectos que somos si no es verdad, basta con saber que somos la perfección que necesitáis. Busca a alguien con quien hablar sea fácil, que pueda entenderte, alguien que te rescate, pero que no lleve corona.

No queremos ni príncipes, ni princesas.




miércoles, 4 de marzo de 2015

Ando buscando una piedra

Ando borrando de mi piel huellas que todavía no he tenido,
ando buscando por las esquinas un perfume que todavía no me he aprendido,
intentando soltar una rabia que no debería tener,
contando con las manos, los segundos que desaproveché.

Vivo metido en un jardín, y antes de salir de este,
ya me han hecho dueño de otro,
corté siempre las flores que no eran para mi,
y no consigo cortar esa que llevo grabada en mi mente casi desde que la vi.

Me he hecho con todas y cada una de las posibilidades,
y todas me han devuelto hasta aquí,
he roto todas las promesas que me hice,
y en materia de besos,
cada vez estoy más convencido, más que suficiente ya aprendí.

Busco la manera de entrar suavemente,
cuando siempre tumbé la puerta al entrar,
intento que seas tú quien vengas a por mi,
cuando hace tiempo ya que el destino me olvidó,
sueño despierto,
y duermo poco,
el deseo no se hizo para mi.

Camino despacio, no vaya a ser que me deje pasar algo,
tropiezo con todas las piedras,
por si debajo hubiera algo,
no tengo dueña ni pienso,
pero estoy dispuesto a que vengas,
ando buscando una piedra,
quizás te ando buscando a ti.





miércoles, 28 de enero de 2015

In memoriam

Yo no te voy a rezar un Rosario, no, no sería adecuado,
tampoco voy a llevarte flores todos los años, no, no es mi estilo,
por supuesto no seré yo quien te encargue las misas.
Pero si haré algo, prefiero entregarte lo más valioso que tengo hasta el momento,
lo único de lo que me siento realmente dueño,
y alguna vez orgulloso,
lo que hay dentro de mí,
mis propias palabras, mis propias letras,
y ahora las tuyas. 

Hola abuelo, sé que hace ya bastante tiempo que no me reconoces,
no es culpa tuya,
sé, que en los últimos años, apenas he sido un extraño para ti,
pero un extraño al que veías bastante a menudo.
Quizás, porque ya había experimentado lo que era perder un abuelo antes de tiempo,
quizás, porque aunque tú ya no estuvieras en tus mejores días,
seguías siendo simplemente eso,
lo más importante que nos has podido dar,
simplemente tú.

Probablemente a algunos les cueste entender a lo que me refiero,
se lo explicaremos,
me refiero a esas ganas infinitas de hablar,
a esa fuerza interior, esa valentía
y ese echarse para adelante tan tuyo, que nos seguías demostrando de una forma u otra.

Me refiero por supuesto, y sobre todas las cosas,
a tu sentido del humor,
a tus ganas de bromas,
a tu cúmulo de chascarrillos y frases echas.

A todo eso, y a algo más.

Te escribo, porque aunque tú ya no lo supieras,
ese que ha venido ahí,
el mismo que te escribe,
al que mandabas afeitarse día a día,
el que lleva pendientes como las mujeres,
ese, es tu nieto,
ese soy yo.

Te escribo sabiendo que ya no lo leerás, más bien no te lo podre leer,
como hacía cuando era pequeño y me encargabais revisar vuestra correspondencia,
te escribo para despedirme,
aunque tenga la sensación de haberlo echo ya,
justo el día de antes, cuando te vi en el hospital.

Confieso que yo, poco creyente en nada, guardaba alguna esperanza,
ya fuera médica o milagrosa, pues obviamente, me gustaría haberte tenido unos cuantos años más.

Te escribo pues,
para despedirme de verdad,
para decirte, que jamás te olvidaré,
porque es imposible,
para decirte que te quería,
y que lo seguiré haciendo.

Para decirte que tú nunca te irás,
porque no habrá un solo burro blanco,
una sola mula marrón,
un solo chiste, ni un solo refrán,
ni un simple par de caramelos de colores que no me recuerden a ti.

Ahora tal vez se los puedas dar a otro de tus nietos de nuevo, como a ti siempre te gustó.

Hasta que la vejez me lo arrebate, te llevo en mi memoria y en mi corazón. El de las barbas y los pendientes, tu nieto.


DEP ABUELO

lunes, 26 de enero de 2015

Una canción

Imagina una canción,
imagina un momento,
imagina que estás allí, y que el tiempo no ha pasado.

Que no son los años, ni los meses, ni tan siquiera los días,
los que hacen que la escuches cada vez más lejos, pero a la vez tan clara, a la vez tan cerca.

Imagina que puedes, es más demuestra que es cierto, que puedes seguir, pasar sobre la palabra muerto.
Imagina que nada es cierto, guarda ese momento.

Atesora tus fantasmas, encierra bajo llave a tus lamentos,
asegurate de que nada, ni nadie te los quita.

Pues no son imaginaciones, son recuerdos, la parte más viva de lo que añoras,
escríbelos, cuéntalos si eres capaz,
no dejes que caigan en el olvido.

Llora, por supuesto, no evites más hablar de esto.
Sé fuerte, no frunzas el gesto.

Gritale al mundo que los echas de menos,
que tú le echas de menos.

E imagina de nuevo...
Es Julio, es Enero, y escuchas esa canción,
ves ese lugar, hueles ese perfume, te viene aquel recuerdo.

Atesoralo, rie, llora por dentro,
deja de imaginar, y siente el momento.
Porque realmente no lo estás imaginando, están dentro de ti,
y seguirán a tu lado siempre, aunque tú no los veas,
aunque tú ya no le veas.


domingo, 4 de enero de 2015

De casa, hasta donde lleguen nuestros pies

Como en casa en ningún sitio, lo que nos gustará decir esto,
y vaya si es verdad, siempre hay algo que añoramos, que necesitamos cada cierto tiempo,
un lugar donde nos encontramos cómodos, donde nos sentimos parte de algo,
donde pase lo que pase, tenemos una cama adjudicada. Es un lugar agradable, un lugar calentito, donde hay un cocido a buena hora, o una tortilla del DIA, con cuatro cervezas.

Lo que nadie nos suele decir, es lo qué pasa cuándo no sabes realmente cuál es tu casa.
Lo que pasa cuando tienes más de una casa, más de un lugar a donde volver, a veces se llama Cáceres, otras incluso el pueblo de al lado, la casa de una amiga, con su madre esperándote con los brazos abiertos, hay veces que es una tía, un pariente más lejano, o un vecino muy cercano. 

Lo cierto es que en cualquiera de estos casos, lo verdaderamente importante es como te sientes allí, lo firmo yo, que vivo entre dos pueblos, y algunas veces entre el pueblo y la ciudad. Lo firmo a sabiendas de que si en unos lados ahora soy bien recibido, en otros dejé de serlo hace tiempo, pero lo firmo consciente, de que quiero que en este 2015, esas casas, sigan siendo las mismas, si acaso algunas más.

No he hecho balance hasta ahora, porque estaba en una de esos lugares en los que te encuentras demasiado bien para pararte a hacer estas cosas, y es que como todos los años, decidí terminar y comenzar el año en Garciaz, esa casa que abandonó mi madre ya hace más de 20 años, y a la que yo, una de las razones vivientes de aquella partida, me empeño en volver con frecuencia, pues es allí donde he encontrado al grupo de amigos más necesario y fuerte hasta el momento, es allí donde tengo a la mitad de mi familia, y mi familia adoptada, y es allí, donde quiero seguir terminando muchos años, pues podemos tener más de una casa, incluso más de dos, aunque no tengamos patrimonio.

En Garciaz encuentro los soplos de aire que todos necesitamos de vez en cuando, las buenas caras, que abundan sobre las malas, allí es donde no importa a que grupo pertenezcas, y donde constantemente, dejo de llamarme Mario, y paso a ser el hijo de tal, el nieto de cual, y tres o cuatro apodos más.

En Cáceres encuentro el aire viciado y distante que a veces uno necesita después de tantas horas y años de pueblo, y desde luego, es aquí, en casa, en la de siempre, donde uno sabe, que ya no solo es invitado, ya es dueño y señor del sofá.

No obstante, y puesto que llevo ya muchos días sin volver a mi casa legal, no me voy a enrollar, y solo quiero dar las gracias, a todos esos lugares, todas esas casas, todas esas personas que me han dado calor, techo, cariño, buenas palabras y en definitiva todo lo que uno puede considerar casa, y las que quiero seguir considerando, gracias a todos por formar parte de mi vida, desde Navezuelas, hasta Garciaz, hasta la casa de todos los Gunners, la tienda de campaña de Málaga, o mejor aún, hasta donde lleguen nuestros pies.