domingo, 4 de octubre de 2015

Y no me dicen nada...

Ya me había pasado antes, no es nueva para mi la sensación de perder el norte, lo raro sería saber dónde está. Me guió siempre por las estrellas, pero me gustan los días de lluvia. 
¿Has visto alguna vez las estrellas en una tormenta? 

Los Domingos me quitan más aire que los Lunes, los rotos, ya no sé contarlos, los vasos no los rompo, los abrazos siempre los guardo y de vez en cuando, me queda algo en el bolsillo para darlo. Ya me había pasado sí, pero no de este modo, ya sé lo que tengo, pero no porqué, no tengo razones para tenerlo. No se me llenan los vasos, ni vacíos, ni medio llenos, solo, con hielos.

Camino sin saber a dónde voy, y aunque siempre lo he hecho, nunca lo hice tan perdido. Tan pronto siento odio, como me muero de ganas, tan pronto estoy herido, como flotando en la nada, tal vez me lo han pegado, no sé lo que hago, ni sé lo que quiero.

Otras veces lo sé, lo sé pero no puedo, me hace creer que no, luego tal vez sí, y me pierdo, me achanto y no sigo caminando. Y no me dicen nada otras bocas, no me cuentan nada otras miradas, aunque lo intente. No me provocan ni duda, ni ansias, ni nada, nada de nada. Me empeño en echar de menos, algo que no sé cómo es, algo que no es nada, y en cambio es lo mejor de la nada. Me perturba una flor en un pequeño planeta habiendo cientas en este, un desierto sin flor, un principito sin nada, ni flor ni nada.
Y no me pasa nada, nada y más nada. 



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