sábado, 2 de junio de 2018

In-Etéreo

Hace tiempo que lo tengo asimilado, no hay nada que yo no pueda afrontar,
ni nada que deba esperar, nada, que no sea yo mismo.
Yo mismo en todas mis versiones, yo mismo en cada una de mis ilusiones.

Entiendo la agonía como un constructo,
y defino mi situación como en continua remodelación.

He aprendido a moverme en lo in-etéreo, y por encima de las cosas efímeras,
he definido lo intangible, perdiendo la total relatividad que existía 
sobre lo que era o no era sublime, he terminado por olvidar lo que esperaba,
y por asumir solo la parte que a mi me tocaba.

Ahora ya no espero, ni anhelo nada de otros,
 ni mucho ni poco,
nada me ofrece más de lo que yo mismo soy capaz de dar,
a mi, a ti, a él, al mundo, a cualquiera.

Lo cierto es que ahora solo me enfrento a mis demonios, 
y del único que espero fuerzas cada día, es de mi mismo.

Soy, mi mejor y mi peor enemigo, y de eso me valgo.
Me reconstruyo cada día, y me decepciono más que nadie podría,
de verdad, no lo intentes. Sé ser un alma tan completa,
que si no estoy solo a veces es por mi propia autodeterminación
y el empeño, de superar incluso esa meta.

Me dejo querer, lo confieso. Y en ocasiones siento tener puntos de apoyo indispensable.
Aún así, debo decir que sigo siendo yo, mi más fuerte brazo. Y no es porque no lo intenten,
es porque lo que yo esperaba, siempre fue más de lo que nadie tenía pensado darme.

Mi mundo se empeña en ser etéreo, en cambio yo, a veces lo reduzco todo al más absoluto y reducido silencio. También al más sencillo gesto. 
Soy in-etéreo.