lunes, 12 de mayo de 2014

Alcanzar el cielo, a toda costa

Casi 100 años hace ya de la caída del piloto más famoso de la historia,
ese al que unos llaman cazador sanguinario,
y otros caballero con alas.

Cuentan que ganó más de 80 combates confirmados,
que era el auténtico temor de los cielos,
más que un dios en aquella guerra,
y que volaba como los mismísimos ángeles.

Otros dicen que simplemente era un joven,
loco y sanguinario,
con mucho talento para pilotar.

Lo cierto es que no importa si era un despiadado asesino nazi,
o un noble Águila Imperial.
Lo importante, aunque negra,
es su leyenda,
algo así deberíamos aplicarnos todos en diferentes circunstancias de nuestra vida,
cuando estamos solos ahí arriba,
volando tras nuestro objetivo.

Como a los admiradores de tales leyendas,
no debe importarnos lo que nadie pueda opinar de nosotros,
ni ahora, ni dentro 100 años,
no debe importarnos ahora,
pues ahora lo único que debemos tener delante,
es la cola de ese otro avión,
o caen ellos, o caigo yo.


Ahora me siento así,
me siento arriba, quizás no del Fokker Dr.1,
pero sí del propio avión de mi vida,
pues por mi estación no pasan trenes,
pasan aviones.

Lo único que quiero deciros hoy,
igual que le diría al Barón Rojo,
aunque me dieran la potestad detenerle a tiempo,
es que os pongáis las gafas,
y subáis a ese maldito avión,
la leyenda no se forja con los pies en la tierra.



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