jueves, 7 de noviembre de 2013

Que perra...

Que perra la vida cuando quiere...
Que perra cuando se encabezona,
que perra, cuando solo ella sabe que va a pasar...

Más perra cuando ladra,
más perra cuando muerde.

Al fin al cabo es eso,
un perro con collar,
que por momentos no sujetamos,
que un día se nos escapa.

Un perro que se cura,
un perro que se despulga.

Es un perro al que quieres,
un perro que te muerde, pero al que no sacrificas.

Pero poco a poco, el perro también envejece,
el perro también muere,
el perro adelgaza,
y en perro flaco todo son pulgas.
Pero esas también se van.

Es perra la vida,
uno de esos días,
en los que melancólico por la calle,
llegas al lugar,
y te topas con uno de esos mordiscos que ya había sanado un poco.

Una de esas enfermedades,
que ya no es que te duelan a ti de verlas,
es que a veces,
te hacen sentir el dolor de ellos mismos.

Porque créeme que duele,
cuando intentando recordar,
no lo consigues,
y cuando llega un poco de claridad,
es para hacerle llorar, para que tú le veas.

Que perra la vida, que muerde de repente,
y a veces muerde fuerte.

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